Intermediate Spanish Stories

E33 El Teatro de Madera

April 05, 2022 InterSpanish Season 2 Episode 33
Intermediate Spanish Stories
E33 El Teatro de Madera
Show Notes Transcript

Acapulco, a beach resort town on Mexico's Pacific coast, is set on a large bay backed by high-rises and the Sierra Madre del Sur mountains. Made famous by the jet set in the 1950s and ’60s, it's known for its high-energy nightlife, beaches, and golf.

The screen of the Flores theater projected that night the short entitled The passion for billiards. The astonishment of the large audience was almost hypnotic in the face of such a dazzling prodigy. The figures moving with great speed will suddenly freeze and noisy protests will not be long in coming.
Upstairs, in the projection booth, the inexperienced operator Enrique Flores uses his shirt to put out a small fire. The flames will rise in seconds devouring everything.

Flores is the first and then more than three hundred of the four thousand inhabitants of the port would perish that night. It was 10:10 p.m. on February 14, 1909.

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La tragedia del Teatro de Madera 

El fuego es un símbolo natural de la vida y la pasión,
a pesar de que es el único elemento
en el que nada puede realmente vivir.

Pero malditos sean los hombres 
quienes lo usan para convertir montes en llamas,
destruir bosques 
y los que queman el cuerpo verde de la naturaleza
robandose la madera de los árboles.

No hay lágrimas suficientes para apagar
 la risa del fuego del teatro,
un fuego enfurecido 
haciendo pagar a los hombres 
su codicia por la madera del bosque.
 
Un fuego ardiente, 
que arrasa con todo
llevándose consigo 
el alma de los calcinados


El estado de Guerrero, está ubicado en la región suroeste de la República Mexicana, enmarcado entre la Sierra Madre del Sur y el Océano Pacífico, y goza de una ubicación privilegiada; esta localidad ha dado origen a un bello puerto preferido por vacacionistas tanto nacionales como internacionales.  El hermoso puerto de Acapulco.  

Caracterizado por su icónica bahía, una brisa marina refrescante y un exquisito clima tropical; esta ciudad costera es sinónimo de una estancia placentera y divertida y por esto, Acapulco sigue siendo una de las ciudades turà­sticas más importantes de México. 

Fundada en el siglo XVI por los españoles, durante los tres siglos posteriores, se convirtió en el puerto de mayor relevancia en la región. Durante la época colonial, Acapulco fue seleccionado por Hernán Cortes para ser un lugar donde se construyeran galeones, osea esas grandes embarcaciones  dedicadas a explorar la costa del Pacifico. Además de haber sido un puerto importante del comercio de la Nueva España, es en la actualidad uno de los primeros y más importantes puertos de México.

Desde 1940, la prosperidad de esta ciudad se consolidó cuando el entonces presidente de la república mexicana Miguel Alemán, impulsó la construcción del primer centro vacacional de la nación, y se construyeron gigantescos hoteles. La ciudad cuenta con 20 km de playas con grandes zonas turísticas.

Iniciaba el año 1909 en México con grandes expectativas para la población, el presidente de entonces, Don Porfirio Diaz anunciaba que se retiraría definitivamente de la política el próximo año 1910, después de permanecer en la presidencia por más de 30 años, que más bien fue una dictadura. La paz del país era frágil, y las turbulencias políticas que llevarían al país a la guerra civil en la próxima década, comenzaban a manifestarse. Si quieres saber más sobre la revolución mexicana, entonces te invito a que escuches el episodio número 24 de esta serie.

Para el año de 1909 el puerto y la ciudad de Acapulco lucían con mayor dinamismo económico. Había un mayor número de construcciones y viviendas, así como de embarcaciones. Una de esas importantes construcciones pertenecía al coronel Matías Flores, hermano del gobernador del estado, general Damián Flores, quienes habían logrado desde un año antes apropiarse de un terreno en el centro del casco de la ciudad, exactamente atrás de la parroquia de La Soledad entre las calles de Guerrero e Independencia. Allí los ambiciosos hermanos Flores decidieron edificar un excelente proyecto, y  se inclinaron por una gran novedad en México: la cinematografía. Y entonces decidieron construir un teatro de cine mudo. 

De acuerdo a las crónicas periodísticas de la época, don Matías Flores, propietario del inmueble, construyó el teatro en su totalidad de madera de pino, al que le dio un acabado con barniz, o varnish en inglés. No era cualquier cosa, este teatro fue construido elegantemente como una réplica del Partenón, de la Acrópolis de Atenas.. Pero sólo tenía una puerta…y se abría hacia adentro.

La estructura estaba ordenada en dos niveles: en la planta baja se ubicaba un corredor a manera de sala de espera, la taquilla, the ticket booth,  y un  espacio para cerca de 1,000 personas. Al segundo nivel se accedía por dos puertas laterales que se abrían hacia dentro, y después se subiría por una estrecha escalera. Esta sección tenía una capacidad instalada para 500 personas aproximadamente y tenía palcos de lujo, o balconies, la galería general y la caseta de proyección que se situaba justamente sobre las puertas de acceso. 

Pero en todo esto el teatro carecía de medidas de seguridad apropiadas y ventilación adecuada, haciendo del inmueble, un lugar demasiado caluroso. Pero la población regional estaba feliz cuando se anunció la ansiada fecha de la inauguración, el pueblo se desbordaba de entusiasmo. 

Hablamos de una época en que la cultura popular y las diversiones de habitantes estaban limitadas por las autoridades inflexibles, quienes en ese mismo año habían prohibido un sin fin de actividades públicas. 

Grandes caravanas familiares llegaron a Acapulco desde los días anteriores. Niños, adultos, hermosas damas y apuestos caballeros se paseaban por la plaza con gran anticipación. 

Por fin llegó la tarde de la inauguración del teatro en cuestión, el teatro se llenó desde antes de las siete, pero está sobre vendido. La capacidad del teatro fue rebasada; adentro había familias completas con niños. 

En la noche del 14 de febrero de 1909 no cabía una persona más en el nuevo teatro de madera de Acapulco que abría sus puertas y presentaba la proyección de la primera película en la historia del puerto: una cinta corta donde simplemente se mostraba el movimiento de figuras sin sonido y estaba acompañada por la música de la pianola. La película se titulaba "La Pasión por el Billar", que para esa fecha era una novedad de la naciente modernidad.

La exhibición de esta película muda reunió a lo más selectos de la sociedad del puerto de Acapulco, familias completas llenaron el lugar, incluso, había muchas personas de pie en los pasillos, para presenciar la proyección en una rudimentaria pantalla de manta.

Por la gran cantidad de gente, hacía un calor insoportable adentro en el teatro, y también por el calor natural de la región.

Desde su palco, al ver su teatro tan lleno, don Matías Flores, se frotaba las manos en avaricia y sonreía saboreando el reciente éxito económico.

Por fin, se apagó la luz, y empezó la proyección de la esperada cinta. La gente quedó hipnotizada por lo que estaba presenciando, que, junto a la melodía de la pianola en vivo, les pareció un evento mágico. Pero pronto la imagen proyectada se congeló,y el público comenzó a rechiflar, o whistle, quejándose por lo sucedido y quienes no se imaginaban la desgracia que se avecinaba. 

Al filo de las 20:00 horas se escuchó una detonación y un flamazo salió desde la cabina del inexperto operador del aparato proyector, Enrique Flores. La flama le quemó los ojos y le incendió la ropa. Enrique tropezó, derribó el aparato, y el fuego envolvió las cajas de las películas que estallaron como bombas. 

El fuego se extendió a gran velocidad. Una flama que propagaría un incendio que abrazó en cuestión de minutos todo el inmueble de madera, quedando atrapados, hombres, mujeres y niños.

Las personas del piso inferior salieron corriendo despavoridas y muchas de ellas con quemaduras. Pero la gente del piso superior se apretujó en las estrechas escaleras, y desgraciadamente las únicas puertas se habían trabado por tratar de abrirlas a fuerza de empujones; la gente corría unos sobre otros, pisándose, empujándose, asfixiándose, y después quemándose juntos en una gran pira humana; así sucumbió la mayor parte de los asistentes que se encontraban en galería. 

Los adultos huían veloces hacia el mar. Otros en la impotencia de no poder salir se aferraron a sus hijos. Muchos murieron en el intento; y otros más morirían en los días siguientes por las heridas y quemaduras recibidas.

El resto de la población se enteró de inmediato por las grandes llamaradas que se elevaban hasta el cielo, y por los gritos de terror de los que se quemaban.

La catástrofe duró hasta las cuatro de la mañana y antes del amanecer se apagaron las llamas y quedaron brasas. Un humo espeso se extendió por la ciudad. El olor a carne quemada llegó hasta los cerros de los alrededores y duró en el aire por varios días.

El gobierno de la época, no levantó una acta sobre lo ocurrido inmediatamente, quizás en un intento de corrupción de tapar las irregularidades de las medidas de seguridad. Pero, un grupo de personas quienes pese a que estaban traumatizados por la inmensa tragedia, se dedicó a realizar un recorrido por todas las casas para saber quienes faltaban.  Y pudieron determinar que familias completas habían perecido e integraron una lista de 390 personas de Acapulco que ya no aparecieron con vida.

Las crónicas de la época no mencionan mucho sobre la cifra de muertos y realmente nunca quedó claro, pero dicen que hubo entre 1500 a 2,000 fallecidos, entre ellos muchos niños.

Fue tal la cantidad de cadáveres que las autoridades tuvieron que mandar excavar una gran fosa común en donde se depositaron los restos de las víctimas para evitar la propagación de alguna enfermedad.

Miles asistieron para ver si alguno de sus familiares se encontraba entre la pila de muertos irreconocibles.

En la sección de San Esteban del Panteón de San Francisco se erigió un monumento que dice “Homenaje a las víctimas del 14 de febrero de 1909 en el teatro Flores de Acapulco.”

Días después del siniestro, las protestas de los acapulqueños tras la tragedia no pararon, y se enteraron de la negligencia del alcalde Flores con respecto a la falta de medidas de seguridad, falta de mas puertas de escape, la construcción de madera total, y la sobreventa de boletos para la apertura del Teatro Flores. 

Don Matías Flores enloqueció, sentía culpa sobre su conciencia por la muerte de aquellas personas y terminó por darse un tiro para acabar con lo que sentía.


El año de 1909 el mismo que comenzó con gran expectativa terminó en relativa paz social tras lo cual Acapulco ya no sería el mismo jamás. Pero, la paz del mundo no sería duradera, pues en tan solo dos años, el 15 de abril de 1912 el RMS Titanic, el transatlántico británico,  el mayor barco de pasajeros del mundo al finalizar su construcción, se hundió al chocar con un gran témpano de hielo durante su viaje inaugural desde Southampton a Nueva York. La desgracia cobró cerca de 1500 vidas. 

Al igual que el teatro Flores, los dos acontecimientos celebraban su gran apertura e inauguración, pero ninguno de los dos estaban equipados para salvar a su concurrencia, al teatro le faltaron puertas de escape y medidas de seguridad, mientras que el transatlántico carecía de suficientes botes salvavidas, y los dos eventos pagaron con muchísimas muertes. Y esto no es un comparación la una con la otra, pues las dos tragedias merecen su propio lugar en la historia. 

Pero lo que si en necesario observar es que el teatro Flores y el Titanic, son analogías de un siglo que iniciaba con sorpresas tecnológicas y que anunciaba el arribo a un mundo mejor ...un mundo al que al cabo de otros 2 años más tarde, destruimos al entrar a la primera guerra mundial. 

Hoy, ya nadie recuerda el incendio del teatro Flores de 1909, la mayor tragedia en el puerto de Acapulco, que se fue perdiendo en la memoria colectiva con el paso de los años, y es porque la mayoría de esa generación ya murieron y en la actualidad pocos conocen la historia del teatro de madera. No hay quienes visiten las tumbas de los desafortunados o quienes recuerden sus nombres. 

En ese Panteón de San Francisco de Acapulco, quedaron los restos de aquellos que perecieron en el siniestro. Un lugar donde almas en pena vagan sin descanso pérdidas en el olvido. Un lugar donde las llamas vengativas castigan y envuelven aquellos en su manto ardiente color de ámbar. 

Un lugar, lleno de misterio, mitos y leyendas que cuentan que durante las noches más frías de febrero se pueden aún escuchar los gritos desesperados de los calcinados envueltos en las llamaradas.

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