Hundreds of years ago, when the Aztec Empire dominated the Valley of Mexico, it was common practice to subject neighboring towns and to require a mandatory tax. It was then that the chief of the Tlaxcaltecas, bitter enemies of the Aztecs, weary of this terrible oppression, decided to fight for his people’s freedom.
The chief had a daughter named Iztaccihuatl: the most beautiful of all the princesses, who had professed her love for young Popocatepetl, one of her father’s people and the most handsome warrior. Before leaving for war, Popocatepetl asked the chief for the hand of Princess Iztaccihuatl.
The father gladly agreed and promised to welcome him back with a big celebration to give him his daughter’s hand if he returned victorious from the battle.
Later, Princess Iztaccihuatl was told that her beloved had died in combat. Crushed and overwhelmed by sadness, the princess died without even knowing that it was a lie. Popocatepetl returned victorious to his people, hoping to find his beloved princess. Upon arrival, he received the terrible news of the death of Iztaccihuatl.
The young warrior lovingly kissed her cold lips, took a smoking torch, and knelt in front of his beloved to watch over her eternal sleep.
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Hundreds of years ago, when the Aztec Empire dominated the Valley of Mexico, it was common practice to subject neighboring towns and to require a mandatory tax. It was then that the chief of the Tlaxcaltecas, bitter enemies of the Aztecs, weary of this terrible oppression, decided to fight for his people’s freedom.
The chief had a daughter named Iztaccihuatl: the most beautiful of all the princesses, who had professed her love for young Popocatepetl, one of her father’s people and the most handsome warrior. Before leaving for war, Popocatepetl asked the chief for the hand of Princess Iztaccihuatl.
The father gladly agreed and promised to welcome him back with a big celebration to give him his daughter’s hand if he returned victorious from the battle.
Later, Princess Iztaccihuatl was told that her beloved had died in combat. Crushed and overwhelmed by sadness, the princess died without even knowing that it was a lie. Popocatepetl returned victorious to his people, hoping to find his beloved princess. Upon arrival, he received the terrible news of the death of Iztaccihuatl.
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“El Idilio de los Volcanes” escrito por el poeta peruano José Santos Chocano
El Iztaccíhuatl traza la figura yacente
De una mujer dormida bajo el Sol.
El Popocatépetl flamea en los siglos
Como una apocalíptica visión;
Y estos dos volcanes solemnes
Tienen una historia de amor,
Digna de ser cantada en las compilaciones
De una extraordinaria canción.
Iztaccíhuatl -hace miles de años-
Fue la princesa más parecida a una flor,
Que en la tribu de los viejos caciques
Del más gentil capitán se enamoró.
El padre augustamente abrió los labios
Y díjole al capitán seductor
Que si tornaba un día con la cabeza
Del cacique enemigo clavada en su lanzón,
Encontraría preparados, a un tiempo mismo,
El festín de su triunfo y el lecho de su amor.
La vista al horizonte que adorna los alrededores de la Ciudad de México, se ve realzada por la majestuosidad de dos de los volcanes más altos del hemisferio: Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
La presencia de estos enormes volcanes milenarios, ha sido de gran importancia para las diferentes sociedades y culturas que los han admirado y venerado desde los tiempos precolombinos, es decir, que los pueblos que ocupaban el Valle de México, se inspiraron en ellos para las numerosas leyendas que trataban de explicar en forma mitológica su origen y creación.
Popocatépetl e Iztaccíhuatl son como la versión azteca de Romeo y Julieta, una tragedia amorosa donde los jóvenes amantes son negados su amor en vida pero destinados a pasar la eternidad juntos.
En la mitología mexica, La Leyenda de los Volcanes es una leyenda que busca dar explicación del porqué estos bellos volcanes existen, porque uno parece estar acostado mientras que otro está erecto y humeante. Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl están localizados en el Estado de México y Puebla.
El estado de México, ubicado en el corazón de la república, te espera con una interminable lista de sitios para conocer: escenarios naturales llenos de joyas arqueológicas y gente amable; pueblos que encantan con su historia y herencia civil y religiosa; espléndidas panorámicas con volcanes, bosques y lagos o modernas e interesantes ciudades que sin duda, harán que tu paso por nuestro territorio ¡sea único e inolvidable!
Mientras que el estado de Puebla combina historia, tradición, arte, arquitectura y sus sabores tradicionales. Ubicada en la zona central del país, Puebla es uno de los destinos preferidos por los viajeros debido a la belleza de sus atractivos y a su inigualable gastronomía. Disfruta un día en familia entre las calles de Atlixco, que se encuentra custodiada por el volcán Popocatépetl.
Encuentra en Cholula la pirámide más grande de Mesoamérica, sus santuarios prehispánicos, así como diversos templos coloniales. Entre tradiciones ancestrales, naturaleza y sabores únicos el estado de Puebla te espera.
Esta leyenda de los volcanes ha pasado de generación en generación, desde la época del Imperio Azteca, cuyo florecimiento data del siglo XIV. La importancia que los pueblos mesoamericanos les dieron a los volcanes es evidente ya que desde ese tiempo, se les otorgó los nombres que actualmente poseen.
Cuando escucho los nombres de estos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y veo sus imagen, me da un sentimiento infinito de patriotismo y orgullo, ya que estos nombres y su leyenda están grabados eternamente en las mentes y corazones de todo mexicano en donde quiera que estén.
Todo niño pequeño en México, desde muy temprana edad, ya es capaz de decir fácilmente los nombres de Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
La leyenda data de cuando el Imperio Azteca fue fundado en el Valle de México en 1428, estaba en su gran esplendor y apogeo y dominaba a los pueblos vecinos, sometiendolos a un tributo obligatorio que fue una gran fuente de riqueza y mano de obra para la ciudad capital Tenochtitlán.
Uno de esos pueblos sometidos al dominio azteca, era el pueblo de Tlaxcala, hoy es uno de los estados más pequeños de México que se ubica a una hora y media en automóvil desde la Ciudad de México. Los hermosos bosques y vegetación que rodean a este fascinante lugar te dejarán maravillado con su hermosa arquitectura colonial, puestos de artesanías, y los coloridos murales del Museo de Arte de Tlaxcala donde encontrarás las primeras obras de la pintora mexicana Frida Kahlo.
El pueblo de Tlaxcala fue tan poderoso como los aztecas, pero ahora estaba dominado y sometido al gobierno azteca y el gobernante Tezozómoc, del pueblo de Tlaxcala estaba cansado de esta terrible opresión, y decidió luchar por la libertad de su pueblo, y así se declaró la guerra contra los aztecas.
Iztaccíhuatl, era la princesa Tlaxcalteca más bella hija de Tezozómoc, una joven de piel bronceada al sol y de cabello largo negro azabache, osea jet black, que bailaba suelto al aire libre. Iztaccíhuatl era codiciada por muchos por su gran belleza, pero su corazón le pertenece a uno solo ya que se había enamorado de uno de los grandes guerreros del pueblo, el joven Popocatépetl.
Los jóvenes amantes disfrutaban de un lindo romance y se profesaban su inmenso amor el uno por el otro. Pero desde las orillas de ese idilio, bajo el manto de los celos, los observaba un temible rival de Popocatépetl, llamado Citlaltépetl, quien deseaba la mano de la hermosa Iztaccíhuatl.
Pero una nube negra vendría a ensombrecer la luz de este amor, la guerra contra el imperio Azteca se había puesto en marcha y Popocatépetl, quien le debía obligación a su pueblo, tenía que partir a la guerra.
Ante la amenaza de perder a su amada, el joven guerrero, le pidió al padre de Iztaccíhuatl, Tezozómoc, la mano de la princesa y permiso para casarse con ella.
Tezozómoc aceptó con gusto, pero antes de otorgar su permiso, puso un par de condiciones al joven guerrero. Popocatépetl debía ir a la guerra y regresar victorioso, al cabo de su regreso, lo estaría esperando una gran celebración para darle la mano de su hija.
Entonces, el guerrero partió a la batalla con esa promesa mientras que la princesa esperaba el retorno de su amor.
La guerra, como todas, fue larga y sangrienta y aunque no hay muchos datos sobre este hecho, la leyenda cuenta que durante el tiempo que Popocatépetl se encontraba en la batalla, la princesa Iztaccíhuatl se la pasaba ansiosa por saber noticias de su amado.
Tras meses de combate, Citlaltépetl, el guerrero que odiaba a Popocatépetl, transmitió a Tezozómoc un mensaje oficial: le informó de la victoria de su ejército y de la muerte de Popocatépetl. Pero era una falsa mentira lo de la muerte del joven.
La noticia llenó de súbito al pueblo Tlaxcalteca por la victoria, pero el engaño de la muerte de su amado estremeció a la princesa. Citlaltépetl se aprovechó de esta situación para acercarse a la joven y conquistar su amor. Pero ella estaba afligida por el dolor.
Arrastrada por el desconsuelo y abatida por la tristeza y sin saber que todo era mentira, Iztaccíhuatl lloró hasta que su corazón se detuvo y murió de tristeza por la pérdida de su amado.
Poco tiempo después, Popocatépetl regresó victorioso a su pueblo, con la esperanza de ver a su amada, dispuesto a tomarla en matrimonio, sin embargo a su llegada, no hubo recepción de alegría, sino un triste entorno de dolor y pena.
El joven Popocatépetl encontró a Iztaccihuatl sumida en el sueño eterno de la muerte.
Durante varios días y noches, cuentan, que el joven entristecido con la noticia vagó por las calles, buscaba la manera de honrar el gran amor que ambos se profesaban, y quería hacer que el recuerdo de la princesa permaneciera en la memoria de los pueblos por generaciones.
Popocatépetl tomó el cuerpo de Iztaccihuatl y se lo llevó a las montañas, donde le construyó un altar frente al sol. Una vez construido, tomó el cuerpo y la recostó tiernamente sobre la cima de la montaña, y la besó por última vez.
Entonces, el joven guerrero tomó una antorcha humeante y se arrodilló frente a su amada, para velar así, su sueño eterno.
La leyenda añade, que cuando Popocatépetl suspira por su amada, su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa humo. Por ello hasta hoy en día, el volcán Popocatépetl continúa arrojando fumarolas, o smoke en inglés.
Se dice que las erupciones del Popocatépetl son causadas por el dolor eterno del guerrero hacia su amada Iztaccíhuatl, quien yace dormida a sus pies.
Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente al otro. Con el tiempo la nieve cubrió sus cuerpos, que se convertirían en los dos enormes volcanes que podemos admirar hoy en México.
En cuanto al rival celoso, Citlaltépetl quién le mintió a Iztaccíhuatl, abandonó su tierra y se marchó hacia el este, y fue a morir cerca de lo que es hoy el estado de Veracruz. Como castigo de los dioses, Citlaltépetl también se convirtió en la montaña, el Pico de Orizaba, un volcán de la región, y fue obligado a pagar por su maldad y a vigilar desde muy lejos el amor de Iztaccíhuatl y Popocatepetl por la eternidad.
Popocatépetl deriva su nombre del náhuatl “popoca” que significa “humo” y “tepetl”, que quiere decir “cerro”, así que su nombre significa literalmente “Cerro que Humea”, debido a que desde esa época emanaba ya, su tan característica fumarola.
El Popocatépetl es un volcán activo con una edad aproximada de 730,000 años. Tiene forma cónica simétrica y una altura máxima de 5,400 metros o 17,800 pies sobre el nivel del mar, lo que lo coloca como el segundo más alto de México.
Y está unido en su parte norte con el Iztaccíhuatl, mediante un paso montañoso conocido como Paso de Cortés, nombre que hace referencia a la ruta que siguió Hernán Cortés por ese lugar, antes de llegar a la Gran Tenochtitlán.
Iztaccíhuatl, el otro volcán, deriva su nombre del náhuatl “iztac”, que significa “blanco” y “cihuatl” que se interpreta como “mujer”, por lo que su nombre se traduce como “Mujer Blanca” por la capa de nieve que la cubre. Actualmente es mejor conocida como la “Mujer Dormida” debido a su característico perfil que asemeja a una mujer recostada con la cara hacia el cielo.
El Iztaccíhuatl es un volcán extinto ubicado en el centro de México, su última erupción fue registrada en 1846. Es la tercera montaña más alta del país con una altitud de 5,230 metros o 17,159 pies sobre el nivel del mar. Ambos se localizan en los límites territoriales de los estados de México y Puebla.
El volcán Pico de Orizaba, el rival del Popocatépetl, es el pico más alto de México y el tercero en Norteamérica, con 5,747 metros o 18,491 pies sobre el nivel del mar. En náhuatl, el nombre del Pico de Orizaba es Citlaltépetl, palabra que significa “Montaña de la Estrella”.
El pico del volcán se encuentra cubierto de nieve y es una de las atracciones turísticas más bellas en el Parque Nacional en temporada de nevadas. Geográficamente está ubicado entre los estados de Veracruz y Puebla, en la zona centro-sur del país a unos 300 km del Parque Nacional Popocatépetl e Iztaccíhuatl. El Pico de Orizaba es hoy un volcán dormido pero no extinto, su última erupción fue registrada en 1846.
Actualmente ambos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl aún son gran inspiración de expresiones artísticas y literarias, que seguramente pasarán a la posteridad como esta gran leyenda.
El poema llamado “El Idilio de los Volcanes” escrito por el poeta peruano José Santos Chocano, nos habla de la historia de este amor de estos volcanes. El poema quizás sea un poco complejo de comprender, pero aun así, lo he usado para dar inicio y fin a este episodio. De igual manera, he incluido el enlace de la versión original por si quieres leerlo.
Con esta obra literaria, estamos ante un poema en el que se entrelaza la creencia mitología y popular y da vida a la leyenda del origen volcánico de la zona.
Como podemos observar, estamos ante una temática que ya ha sido utilizada por otros poetas: el del amor trágico e imposible. El poema tiene dos partes diferenciadas. Por un lado la ilusión del joven guerrero del amor correspondido y, al mismo tiempo, la necesidad de partir a la guerra para conseguir el favor del padre.
Luego, el poema continúa a la parte mitológica y la leyenda aparece cuando el joven guerrero renuncia a seguir viviendo sin su amada y se queda a su lado a velar su sueño eterno.
El poeta es quien a través de su poema, nos llena de nostalgia al ver estos volcanes y recordar su triste y trágica historia de amor.
Y Popocatépetl fuese a la guerra
Con esta esperanza en el corazón:
Y contra cientos y cientos de soldados,
Por años gallardamente combatió.
Al fin tornó a tribu
En vez de lecho encontró el túmulo
En que su novia, dormida bajo el Sol,
Esperaba en su frente el beso póstumo
De la boca que nunca en la vida besó.
Tomó en sus brazos a la mujer amada,
Y él mismo sobre el túmulo la colocó;
Luego encendió una antorcha, y, para siempre,
Quedóse en pie alumbrando el sarcófago de su dolor.
Duerme en paz, Iztaccíhuatl, nunca los tiempos
Borrarán los perfiles de tu expresión.
Vela en paz. Popocatépetl: nunca los huracanes
Apagarán tu antorcha, eterna como el amor.
llink to the Poem “El Idilio de los Volcanes” escrito por el poeta peruano José Santos Chocano (1875 - 1934):
https://ciudadseva.com/texto/el-idilio-de-los-volcanes/
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